A 300 lágrimas de distancia

on jueves, 19 de enero de 2012

Sigilosas, tímidas, van cayendo de a poco.
No caen porque quieran, sino porque es ya imposible no caer.
Algo las empuja… como la explosión liberadora después de la presión.
Caen, resignadas, sin que ya nada importe… sólo caen.

La caída es amarga,
porque la amargura las empuja y les contagia su sabor.
¿Duelen? Tal vez.
¿Lastiman? Demasiado.

Salen y se liberan para desvanecerse en la misma caída,
pero salen…
Desahogan algo que indefectiblemente se va a volver a ahogar,
pero desahogan.

¿Cuál es su misión? Sólo ellas lo saben.
Quizás acompañarnos…
Tal vez sólo desahogarnos…
O por qué no regalarnos una suave caricia en la mejilla en su último suspiro como lágrimas.

Las mías tienen nombre, o mejor número:
300.
Porque cada dolor es una lágrima, cada lágrima es un kilómetro,
y cada kilómetro un paso que se aleja de la verde isla de la felicidad.

A 300 lágrimas de distancias… ahí está mi felicidad.

2 comentarios:

Las aventuras de Teo dijo...

Hermoso amigo! No estés triste por la distancia! Ya podrás volver y ser millones! te quiero!

Leandro SALLABERRY MARTINEZ dijo...

Amigo, tu escrito me encantó y me llenó. Alguna vez estuve a 300 lágrimas de distancia, así que creo poder entenderte. Un abrazo grande y seguí haciendo del ejercicio de escribir, un arte. Te quiero mucho!

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